Cómo me duele cuando te vas
¿Qué el qué me duele?
Me duelen las pestañas al cerrar los ojos, las
lágrimas que se me acumulan dentro y que forman montañas en mi alma.
Me duele que no necesites mirarme a cada instante como hago yo.
Me duele que no necesites mirarme a cada instante como hago yo.
La felicidad me ha dicho que no me espera más. Y yo le he dicho que o vienes conmigo o siempre seré triste. ¿Te das cuenta? Seré triste y no será algo momentáneo. No estaré triste. Viviré sin ser.
¿Cómo
es eso de irse y pretender no cavar pozos en el suelo debajo de mí?
Maldita mirada. Esa que tienes tú y que en otro
me resultaría banal. Esos ojos joder, que me rompen, que me hacen añicos y me
hacen preguntarme hasta cuánto sabrías quererme.
Y que me gustaría ser tú, que nos
intercambiáramos y sintieras todo esto. Para que llenaras tu tiempo solamente
pensándome. Para que yo fuera el tiempo libre que ocupas soñando. Para que
pensar en mí fuera lo único bueno de todos tus días.
Y yo siento que me quedo sin mañanas para
decirte que lo único que temo en esta vida es morirme después que tú. Tener que
existir sin estar tú.
No sabría cómo reír.
¿Volverás aun sabiendo que quieres irte?
¿Empezarás a verme antes de quedarte ciego?
Tienes que dejar de dolerme porque llegará el
día en que no recuerde cómo darme la vuelta cada vez que aparezcas.
Déjame al menos tu rastro para que así puedas
perseguirme cuando quieras que sea yo quien te salve de tanta tristeza.
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