25/10/14

AMARILLO, ROJO Y AZUL


-­­Esto no funciona -él estaba sentado en la cama y yo enfrente, también sentada sobre mis pantorrillas y con las manos apoyadas en mis rodillas para agarrarme bien de sus golpes verbales.
“Esto no funciona” me había dicho. Y enseguida me vino un olor a podrido muy intenso. Nauseabundo. Fui corriendo al baño porque tenía el estómago revuelto. Quería vomitar. Echar por el váter todo ese amor que habíamos tenido hasta hacía pocos segundos.
La palabra “romper” siempre me había sabido a ceniza y su nombre ahora me parecía marrón grisáceo. El más feo de los colores.
Salí del baño y volví a sentarme en la cama. Él ahora era un naranja y amarillo desteñidos. Un hortera y la peor de mis experiencias. Era el dolor.

20/10/14

DOS MICRORRELATOS (PARTE II)

Estos dos microrrelatos de terror fueron mis dos propuestas en el concurso organizado por el Marató de Cinema Fantàstic i de terror de Sants cuya extensión máxima debía ser de doscientas palabras. 

Espero que os gusten: 


El enfermo



Hace días que no me encuentro bien. Siento que hablo más despacio y que me cuesta entender bien las cosas. Es más, hoy por la mañana se me ha caído un diente mientras me lo cepillaba y ni siquiera me ha dolido. Se me ha agravado la voz y ayer por la noche me descubrí a mí mismo comiendo carne cruda en la nevera. Eran sesos de cordero.
Voy por la ciudad y huelo al resto de la gente. No sus perfumes, si no el hedor de su carne que a mí ahora me agrada.
Llego a clase y mis alumnos me miran raro. “Profe, tienes rojo en el ojo” me dice Nerea. Arrugo las cejas extrañado y voy corriendo al espejo. Mi ojo está lleno de sangre y de repente empiezo a ver cómo el otro ojo se vuelve escarlata. Siento la ira dentro de mí. No puedo evitarlo, tengo que comer carne. Mis alumnos gritan cuando me ven entrar. Corren espantados por el pasillo.
Me noto la barbilla húmeda. Es mi baba que cae sin ser controlada.“¿Víctor estás bien?”.


La miro enfadado y me dirijo hacia ella lentamente. La muerdo y por fin me sacio.


Urgencias



- ¿911? Necesito una ambulancia urgentemente
- ¿Qué le ocurre señor?
- No dejan de crecerme las piernas -hubo un silencio al otro lado del teléfono.
- ¿Oiga? ¿Vendrán pronto? Me duele bastante y no puedo andar.
- Enseguida le mandamos una ambulancia.
Me miré en el espejo y parecía como si un elefante tuviera las piernas hinchadas. Prácticamente pesaban treinta kilos cada una. La pierna derecha se estaba amoratando. Me palpitaban todas las extremidades y sentía que iba a explotar en cualquier momento. “Que se den prisa”. Intenté ponerme los zapatos pero ni siquiera me cabían. “¿Qué carajo me está pasando?”. El sudor me empapaba la frente como recién salido de la ducha. Me empezaron a pitar los oídos y mientras entraban los paramédicos me desmayé del dolor.
- Tranquilo. Está usted a salvo pero hemos tenido que tomar medidas extraordinarias. Una de sus piernas estaba muy infectada y… -entonces lo vi. Vi que me habían quitado mi pierna. Sentí alivio porque no quería volver a padecer tal clase de dolor nunca más.
Cuando llegué a casa respiré aliviado. Dormí y dormí.


A la mañana siguiente me desperté con un dolor horrible. Mi pierna estaba creciendo otra vez.